segunda-feira, 30 de agosto de 2010

O nascimento das sardas......




Le decían “Pecas”.

Era un muchacho corriente, común. De pelo intensamente colorín, tez muy blanca, las infaltables pecas y caminaba como arrastrando su cuerpo bajo un gran peso. Su .mirada despierta, vivaz, ojos claros, desabridos, nariz ñata y casi respingada. El conjunto era un rostro sonriente y lleno de malicia, curiosidad y de natural inteligencia.

Sin llegar a ser agresivo, Tommy, que así se llamaba el niño, era sin embargo, muy poco paciente y frente al primer obstáculo con que se encontraba estallaba cual bomba casera y tenía una pataleta que más que rabieta, parecía una descontrolada marioneta funcionando por su cuenta, moviendo brazos y piernas y botando todo lo que se encontraba a su paso terminando en el suelo como si fuera un epiléptico de verdad.

Todo esto ocurría ante el asombro, que ya no era tal pues este show era repetitivo, de los juguetes y cosas que tenía en su cuarto. ¿Por qué le ocurría esto?.¿No se los había contado?-¿No?

Les decía que Tommy era o parecía inteligente. Uds. juzgarán. Estas rabietas las tenía muy en privado, en su recámara, donde él era rey y señor, o mejor donde él era esclavo de sus fracasos escolares y donde nadie vería su inédita cara.

Hay que entender que sólo tenía ocho años y patinaba sobre los nueve- En realidad alcanzar a los nueve le estaba costando más que una simple caminata.

Tenía cada problema que a él le parecía que su existencia era como caminar cuesta arriba siempre y con su mochila llena de problemas:
¿Problemas!¡Problemas!¡Problemas!-Eso decía cada tarde que llegaba a su querido cuarto, a su mundo encerrado entre cuatro muros pintados de colores violentos: media pared de un color y desde la diagonal hacia arriba de otro color y así las cuatro paredes.

Gozaba de su reino y sólo admitía en él a sus padres, previo a su real autorización. Ellos, sus padres, de moderna estructura social, eran profesionales y sólo veían a su retoño por la mañana, en el desayuno, en que todos estaban apurados y por la noche, en la cena, cuando todos estaban fatigados. El resto del día en el colegio de empingorotado nombre extranjero, al que amaba y odiaba a la vez.

También entraba a su cuarto, por necesidad de él, y por derecho adquirido por ella, la doméstica, como le decía él. Auxiliadora de niños mal criados- decía ella.

Era una mujer cincuentona, llena de paciencia y gordura, encargada de la casa y “ ordenadora”del reino de Tommy-que siempre parecía un campo de batalla con bomba atómica y todo. No era “un bello desorden”, como dijera el poeta. Sino un auténtico, prolifítico y enorme desorden, un mega desorden.

Cada vez que la fámula arreglaba el cuarto exclamaba:¡Con ésto me tengo ganado el cielo!¡Tengo la paciencia de Job y la comprensión de un santo!.-El niño no es culpable. Está tan solo . Es obediente a sus padres y no juega en la calle.-siempre decía lo mismo-y agregaba: Su cuarto es su reino. Su colegio, su vida. Y cuando sus padres se dan un tiempo-el día domingo-para Tommy es el Paraíso-por dos horas, tiempo que ellos consideran suficiente para que el niño recorra la ciudad en su compañía. Bueno, decía, la santa mujer:¡ Esto no es tan malo!.

Un día, Tommy, regresó a su casa muy malhumorado. Ya en su cuarto se sacó la mochila y la lanzó al aire cayendo sobre la cama, chocando contra la pared cercana y desparramando sus cuadernos, libros, lápices, restos de colación por doquier. Su mochila, mal cerrada había regurgitado su contenido en un vómito muy especial. También una hoja de dibujo salió disparada y después de un gracioso balanceo en el aire como pidiendo permiso para aterrizar y después de girar sobre sí misma , como avezada bailarina se deslizó, suavemente, sobre la mesa de centro de la habitación y que cumplía las funciones de escritorio y se detuvo.

¡Vaya!-dijo- Tommy-Sabes volar. Haré un avión de ti.

Su cansancio y rabia habían desaparecido. Cogió del suelo una tijera para recortar. Pero al observar mejor vió sobre la hoja unos trazos con lápiz grafito muy inseguros que pretendían dibujar el contorno de un muchacho mirando de frente.
¡
Qué tenemos aquí!-se dijo Tommy. Pero algo le distrajo. Un ruido, quizás. Se dirigió a la puerta que abrió. No viendo nada, la entornó nuevamente. Iba a ir a su escritorio, pero divisando su cama, dijo: Voy a recostarme un rato, me siento cansado. Se deslizó sobre la cama y se recostó. Un minuto después se levantó violentamente diciendo: ¡Oh.no!...Es el dibujo que estuvimos haciendo en clases y que debo llevar terminado para mañana: Es el huasito para el mes de la Patria.

Frente a este nuevo desafío, Tommy, empezaba a sentirse mal y nuevamente le viene su mal humor. Su cabeza le arde y duele. Siente bocanadas de calor quemando su cuerpo. A duras pena alcanza la silla y se sienta frente a la mesa.

El no era así, pero no pudo contener su soledad de tanto tiempo y rompió en llanto de niño desesperado y privado de consuelo y apoyo frente a sus “terribles “problemas escolares. Se sentía incapaz de todo; nunca hacía nada bien hecho y sólo sus profesores le ayudaban a solucionar sus apuros en que ellos mismos lo metían

Le explicaban, le estimulaban, pero él no siempre entendía bien y después…después..él tenía que arreglárselas solo.

Los profesores sabían de su familia y nada más podían hacer por él. Sólo aconsejarle que tratara de superarse y le recordaban que si él se esforzaba, pronto tendría resultados mejores. ¡Era una víctima más del modernismo mal entendido!

Pero Tommy, ese día, se sentía como en el límite de sus infantiles fuerzas y lloró. Lloró por su soledad de niño bien. Lloró por su carencia de amor, por su carencia de compañía, por falta de una persona confidente. Deseaba un regazo donde afirmarse.

¡Hey…Oye! Ya.. pues..Me estás mojando todo. No ves que estoy…Eh…Humm…¡Ay! Tu sabes….!¡Estoy pilucho!

Tommy alzó su cabeza y miró alrededor. Allí estaban sus juguetes: El general cojo, la danzarina de ojos azules, su cajita de música. También el tambor mayor, un gallardo soldado y un tony. Pero él no tenía ningún juguete con grabadora que emitiera voz.

¡Oye tú, pecoso!-Mira pa· bajo. Aquí, el “monito” que estabas dibujando-

Tommy vio o creyó ver entre sus nublados ojos llorosos a su dibujo que empezara en clases.

Sí-dijo el dibujo-Soy yo quien te habla. Hazme un favor. Estoy tiritando de frío .¿ Me podrías poner un pantalón, ropa, camisa?¡Me podrías vestir!
Claro-atinó a decir Tommy-sin salir de su asombro. Se levantó de la silla y fue a buscar unos trapos que había por ahí. Su pieza era un caleidoscopio de objetos. Tomó las tijeras y empezó a recortar una chaqueta. Le asaltó una duda y dirigiéndose al “mono”, le preguntó:¿Qué hago primero, el pantalón o la chaqueta.

¡No seas idiota!.-Oh.-Perdona. ¿No ves que soy un”mono”a medio hacer. Debes terminarme con tus lápices. No con trapos…Hay que ser coherente con lo que haces. Mansa palabrita que me mandé-dijo el “mono”-y agregó: Es que soy un mono “instruído.”

Ah!-dijo Tommy-muy preocupado.-Apartó algunos lápices y empezó la tarea.-Al cabo de un rato, tiempo en que el “mono” permaneció en silencio, se oyó decir al mono:¡ Apúrate te dicen! ¡aparte de sucio estoy pilucho!¡Bendito nacimiento!

Listo ..¡Ya!-dijo Tommy-El mono se miró. Abrió tamaña boca y gritó ¿ Qué has hecho de mí imbécil?. El “mono” sería instruí-do, como él decía-pero su lenguaje era propio de un “ mono”flayte.

¿Cómo me vestiste?-Parezco tony-Bórrame.

Bah!-y éste!¿ De dónde salió?-pensaba en su cajita el tony de Tommy.¡ Qué comparación más odiosa!.¡No nace y ya discrimina!

Está bien-dijo Tommy-Recobrándose de su anterior asombro. Iba a tomar la goma que todo lo borra cuando le asaltó una idea. Dirigiéndose al “mono” le preguntó:¿Cómo debo llamarte?

Tienes razón .dijo el “mono”- Tú te llamas Tommy y yo no tengo nombre.

Tommy, frunció el ceño- Ese”mono” sabía su nombre-

Y desde hace mucho tiempo-habló el “mono”- adivinando el pensamiento de Tommy.
Agregó el “mono”: De acuerdo con lo que se acostumbra por aquí, al hijo primero, le ponen el nombre del padre, por lo general.¡ Tú serás mi padre!.¡Eres mi Padre!.¡Tú me creaste! Por consiguiente me pondrás el nombre que elijas.-¡Soy un hijo obediente!-Claro que en lo del nombre ,no más. Pero seremos grandes amigos.

¿Te parece bien llamarte”monín”?-dijo Tommy

No me parece. Yo no soy ningún “monín”y cuando me vistas decentemente, ese nombre no resultará. Es demasiado primitivo, cavernícola. ¿Oíste?-¡Salta con otro!

Uf! Qué genio-pensó Tommy.-Sabes-dijo-dirigiéndose al “mono”.En la escuela mis compañeros me dicen “Pecas”´¿Tú ves por qué?.-Como tú eres mi creación, te llamaré “Pequitas”, que quiere decir:¡Hijo de “Pecas”.-¿Aceptas?

Ya, Bueno. Conforme. Pero...Cuando me cambie de vestido, no te olvides de pintarme pecas en mi cara, Quiero que mi pelo sea, también, más cobrizo que el tuyo y quisiera estar vestido muy “in. Soy moderno-

Oye-dijo Tommy, a medida que continuaba su obra-¿Pequitas?¿Quién eres?¿De dónde vienes?¿Por qué naciste?

“Pequitas”-muy ufano con su nueva vestimenta-dijo-:Mira. Padre. Preguntas mucho. Si quisiéramos saberlo todo,, perderíamos nuestro tiempo en ello. Hoy día hay que ser prácticos, pragmáticos. Hacer más y preguntar menos.

Tommy-dijo. Pero en el colegio me dicen lo contrario: Hay que estudiar, redescubrir la verdad para no equivocarnos y hacer mejor las cosas-

Bueno- dijo “ Pequitas” No empecemos peleando. Te voy a decir algo. Yo nací para ti y por ti. Tú me creaste con tu imaginación. Soy un personaje que vive en tu cerebro. Sólo tu me ves. Sólo tú me oyes. Yo soy muy instruído. Sé mucho. Soy lo que tú has olvidado. Soy lo que tú has puesto atención en clases. Soy tus experiencias que vas captando sin darte cuenta. Soy tu memoria. Tus sentimientos.-Yo soy parte de ti. Los dos hacemos un todo. Tú tenías necesidad de crearme. Te hacía falta. Yo sólo acompaño a los niños que, como tú, está frustrados, pero que no son torpes. Yo soy tu inteligencia. Soy un pequeño doblez de tu mente. Ya sabrás más de mi. Ahora, quiero salir del papel. Esto sólo ha sido mi cuna. Tenía que tener un lugar físico donde nacer para que tú te dieras cuenta de que existo. Luego buscaremos un lugar para mi.

Tommy, torpe como era y más aún con lo que estaba aprendiendo, sin darse cuenta, volcó sobre “Pequitas” un frasco con tinta .que estaba abierto y manchó la mayor parte del dibujo.

“Pequitas”.gritó-¡Quítame la tinta, me hace daño!. Aún no estoy firme en mi nacimiento y me puedo deshacer. Has algo pronto.

A Tommy no se le ocurrió otra cosa mejor que echar el papel en agua y bajó corriendo las escaleras, ya que vivía en los altos, en dirección a la cocina desde donde trajo agua caliente que echó en el agua para entibiarla y esto haría más rápida la desaparición de la tinta, pensaba.

Efectivamente, la tinta desapareció, pero desgraciadamente y para horror de Tommy, también desapareció “Pequitas”.-No había nada.
Desesperadamente se fue a tirar a su cama a meditar. Se quedó dormido.

Un golpe en la puerta lo despertó. Eran sus padres que habían regresado. Se levantó y bajó a cenar.

¿Creen Uds. que “Pequitas” se fue definitivamente- Se desnació como dijera. ¿Qué habrá que hacer para que vuelva?

Tú que me lees ¿Has perdido tu propio “Pequitas”?.-A lo mejor nunca lo has tenido.-